De Diego, el chico de las gafas sin color


cuando Diego se ponía a pensar en algo importante o estaba preocupado, cogía sus gafas, y llevaba la patilla izquierda a la boca, mordisqueándola, siempre la izquierda, nunca la derecha, con esto debía conseguir una sujeción mejor de los pensamientos a su cabeza y evitar que estos saliesen en volandas, sin duda, un niño listo.

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