Los viernes en los que Anika solía bucear


Anika se preparaba para su inmersión en el pequeño oceano espumoso y de agua dulce que cada viernes la esperaba dentro de la bañera.
Ella colocaba su escafandra de colores y su traje de buzo que tan bien perfilaba su fino cuerpo tallado, frágil y acuoso ya de por si.
Una vez preparada, escalaba hasta el borde de la bañera, y, como si del mayor acantilado de tratase, se lanzaba a las profundidades de su particular oceano.
Una vez dentro y desprendida de toda gravedad que con la ausencia de agua se le encajaba en sus esquinas, iniciaba sus movimientos migratorios juntos a los peces de colores silvestres que habitaban en los interiores de su universo.
Cuando la humedad se pegaba a sus huesos, emprendía un rapido nado hacia la superficie, y una vez fuera, se desprendía de su escafandra de colores, de su traje de buzo que tan bien perfilaba su cuerpo tallado, y de aquel olor a mar que las tardes de viernes dejaban en ella.
(perdonad tanta ausencia por mi parte, pájaros migratorios me llevaron muy lejos estos meses)

2 comentarios:

  1. Qué bonito!
    Te sigo fan del Principito :)

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  2. Siempre maravillosos y enamoradizos los pajaros que te llevaron lejos. M.

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