Soñaba con ser la princesa, de los cabellos dorados y la boca de fresa


cae del sueño, abre sus ojos de azúcar tostado, que ahora se escapan a trocitos y se incorpora, tiene sus muslos fríos y marcados a causa de las rugosidades de la alfombrilla que tapa parte del suelo. Al verse en el espejo, no sabe a quien ve, trata de quitar el rastro rojo que sale de su boca, como sirope de fresa que se fuga por los labios más dulces, pero no es capaz, la mancha se extiende y el silencio se corta por un ataque de llanto que se escapa entre sus párpados.
-Vamos, tú puedes Marta- Se decía para si misma
-Le daré otra oportunidad, todo fue culpa mía-
Se quita las bragas y se mete en la ducha con cuidado y expresión de dolor, como una planta sedienta en busca de un buen trago y cierra los ojos, mientras que el agua corre y le limpia las heridas.
Fuera ya sale el Sol, y tras él, volverá la noche

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