Colocaba todos sus calcetines, de uno en uno, en las cuerdas de su habitación.


Miguel cogía sus calcetines, sus treinta y dos calcetines de la lavadora, y con carita de amor los colocaba a lo largo de su habitación, en las cuerdas largas, que la cruzaban de un lado a otro las paredes.
A veces, usaba esas cuerdas, cuando nadie estaba en casa, para colarse en el agujero que lo llevaba al País de las Maravillas, pero ese es otro cuento.
Hoy lo he visto ciertamente cabreado, se le había encogido un par de calcetines, al parecer de la ultima vez que había menguado, para colarse allá dentro, y luego al estirarlos le habían quedado realmente largos y flojos.
A pesar de su enfado, no hay nada mejor que unas pocas galletas para estos casos.

1 comentario:

  1. Siempre las llevo en el bolsillo. Maravillosas galletas que ponen ' Comeme '. Gracias queridissimo Niño J.

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